La puerta hacia la sabiduría – Experiencia con el método AMÓS

Por: Harlén, mamá educadora en el hogar de dos niñas y un bebé.

El principio de la sabiduría es el temor de Jehová: Los insensatos desprecian la sabiduría y la enseñanza. Proverbios 1:7

“De ahora en adelante nada podrá detenerte: puedes aprender por ti misma todo cuanto desees”, he repetido a mi hija mayor desde aquel feliz día en que quedó comprobado que era capaz de descifrar y comprender el lenguaje escrito. Saber leer abre la puerta a la sabiduría. Lo mejor de todo es que crecimos juntas. Y en este emocionante proceso nos guió y acompañó AMÓS 5:24. Una querida amiga quien también educa en el hogar nos compartió los archivos del método y mi esposo los imprimió a colores para nosotros.

\"leyendo\"

El regalo de la lectura me lo dio mi madre cuando yo tenía menos de cuatro años. Y a consecuencia de él llegó a mi vida un deseo insaciable por aprender, preguntar, investigar, expandir mis horizontes y traspasar mis límites… Y ahora yo se los he dado a mis hijas. No podía ceder ese honor a nadie más.

A los dos años mi hija aprendió de memoria un libro muy breve y sencillo titulado “Ernestina la gallina”. Tíos, primos, abuelos y nosotros nos deleitábamos con su “lectura”, pues sabía perfectamente el texto que correspondía a cada ilustración y cuándo debía dar vuelta a la página.

A los tres años y medio me dijo sencillamente: “Mamá, quiero aprender a leer”. Por iniciativa propia. En aquel tiempo no podía darle lección formal a diario, así que tardamos más de un año en estudiar las setenta lecciones. La sorpresa fue que antes de terminarlas ya conocía todas las letras y de pronto un día ya leía. Y cuando digo leer me refiero a comprender los textos. Así que, más o menos un mes antes de cumplir cinco años logró su deseo (si fue gracias a mi ayuda o a pesar de ella, aún no lo sé). De eso ha pasado ya un año y su habilidad y gusto por la lectura aumenta cada día.

Mi segunda hija comenzó con mucho entusiasmo el método a los tres años y medio y lo terminó unos días antes de cumplir cuatro el mes pasado. Aún no es capaz de leer palabras, pero ya conoce todas las letras y lee las combinaciones de dos letras con facilidad. Ahora estamos repitiendo las hojas de lectura de dos y tres letras y las lee muy bien. Me parece que dentro de poco ocurrirá el milagro con ella también.

El método es muy sencillo de aplicar. Mi hija mayor fue mi asistente con la pequeña: es capaz de seguir las instrucciones y guiar a su hermanita por el material. Me parece que cualquier persona que sepa leer puede aplicar este material para enseñar a otros. Esta sencillez me cautivó porque me ayudó a cumplir uno de los propósitos de mi escuela en el hogar: que en cuanto aprendamos algo lo enseñemos a otro para así fijar nuestro propio conocimiento y ayudar a alguien más.

Como mamá educadora, uno de mis objetivos es que mis hijos no se conviertan en extraños unos para otros (como ocurriría si cada uno de ellos asistiera a una institución educativa de cualquier corte y estuvieran separados la mayor parte del día) y aun en esto me ayudó AMÓS: mi hija grande aprendió lo que es ser responsable del aprendizaje de su hermana, a seguir instrucciones escritas, a guiar a alguien y fue el comienzo de su preparación como maestra. Así que no sólo es un material para aprender a leer, sino para aprender a ayudar a otro a aprender. Espero que para cuando mi hijo más pequeño pueda comenzar, su hermana mayor sea capaz de guiarlo por todas las lecciones con una mínima supervisión de mi parte.

Sin duda existen muchas formas y métodos para lograr alfabetizar a nuestros hijos. Sin embargo, para mí el proceso es más importante que el resultado final. Si lo que comemos se transforma en nuestro cuerpo, entonces lo que leemos se convierte en nuestra mente (pensamientos, deseos, intenciones, voluntad…) y esto determinará el tenor de nuestra vida.

Estoy convencida de que el método AMÓS es lo mejor que pudimos usar para aprender a leer. Las lecturas del final de cada capítulo y los ejercicios de números han sido inolvidables para mis hijas. Mi hija mayor nunca olvida que repartió sobres de té y manzanas entre la viuda hebrea y la viuda griega; la pequeña repartió frutas, verduras y jugos de plástico. Mi hija menor ruega que volvamos a leer la historia de la perrita Snupi. Y ambas aman la historia de Dorita; recuerdan a la niña que estuvo dentro de un auto en medio de un incendio y otros muchos detalles de las lecturas. Cantan −y modifican− las cancioncitas en cada oportunidad. Cuando llegamos a encontrar el versículo de alguna de las lecciones en nuestra lectura bíblica diaria me dicen: “este versículo está en AMÓS”. Hacen muchas preguntas sobre las historias y eso me ha dado oportunidad para instruirlas a tomar decisiones sabias y huir del mal. AMÓS no ha sido solamente una herramienta para aprender a leer, sino una ventana inspiradora a la realidad donde Dios interviene en la vida de cada persona. La televisión, los noticiarios, los periódicos y en general los medios masivos de comunicación (a los que considero negocios de opiniones rápidas −es decir, prefabricadas y listas para llevar− similares a las cadenas de comida rápida), los libros de texto y los libros seculares en general muestran cómo sería el mundo si Dios no existiera. Pero Dios existe e interviene en la historia de la humanidad. Deseo que mis hijas conozcan la realidad y no que vivan en un mundo ficticio. Y AMÓS me ha ayudado a lograrlo con ellas.

Las lecturas del final de cada capítulo son largas y al principio los niños no pueden leerlas. Así que les leía con mi mejor entonación y pronunciación y les pedía que repitieran para que adquirieran una forma correcta de leer, haciendo énfasis en las preguntas, exclamaciones y en los signos de puntuación, así como en la intención de cada frase. En mi opinión, incluir estas lecturas es un gran acierto del método AMÓS, porque leerles diariamente a los niños es indispensable para que aprendan a leer. Y podemos leerles a nuestros hijos desde recién nacidos o antes.

Les expliqué que una coma es una pausa breve; que el punto y coma es una pausa más larga que la coma; que el punto y seguido es una pausa mayor que el punto y coma y que el punto y aparte es una pausa larga. No lo han olvidado. Al principio, cuando veían un punto, lo leían diciendo: “pausa”. Después ya sólo guardaban el silencio indicado.

Gracias a la lección sobre la tilde se volvieron muy observadoras de las tildes y notan cuando ven una sobre alguna letra.

Hice algunas correcciones en la ortografía, puntuación y en el vocabulario usado en el material porque algunas palabras o frases me parecían traducidas literalmente del inglés (lo que me hace suponer que quien diseñó el material tiene como lengua materna el inglés; si es así, tiene doble mérito) y a mi juicio era mejor sustituirla por otra palabra más exacta en español o por otra construcción gramatical en la frase.

Considero que es un material extraordinario y agradezco a las personas que dedicaron su tiempo, inteligencia y voluntad a elaborarlo. Su trabajo dará mucho fruto. De todo corazón: gracias.

Ahora mi hija mayor, de 5 años, está copiando las Escrituras (Génesis), y la pequeña de cuatro está ansiosa por comenzar. Ahora cantamos: “Quiero aprender a escribir la Palabra de Dios…”. El pequeño de un año aún espera su turno.

Harlén

Ser madre educadora en el hogar ha sido el mejor trabajo que he tenido: el más satisfactorio, retador, bien remunerado, inspirador y entrañable de mi vida. El único en el que me ha encantado trabajar horas extra, fines de semana, vacaciones, de día y de noche. Y el único en que he deseado que me llegue más trabajo (es decir, más hijos: tenemos sólo tres).

Si mis hijos se gradúan de su hogar para ser algo distinto a discípulos del Maestro, consideraré que mi vida y mi trabajo habrán sido peor que inútiles.

Dios me ha bendecido dándome al mejor de los esposos, gracias a quien puedo dedicar mi vida a nuestra familia y quien me corrige e instruye con amor y sabiduría. Esperamos que nuestros hijos aporten muchas cosas buenas a su generación.

No me considero una persona religiosa, y quienes me conocen bien lo saben. Mi familia y yo amamos fervientemente a nuestro Salvador y queremos dedicar nuestras vidas a servirle.


Con cariño: Jaz

Con cariño: Jaz

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